Recoleta es el barrio más elegante de la ciudad por sus edificios, su zona comercial y su célebre cementerio. Cuando en 1580 don Juan de Garay fundó la ciudad de Buenos Aires, repartió tierras entre los integrantes de su expedición. El sector comprendido por el actual barrio de Recoleta fue concedido a Rodrigo Ortiz de Zárate.
El nombre de este barrio porteño deriva del Convento e Iglesia de los frailes recoletos que llegaron aquí a principios del siglo XVIII. Hacia fines del mismo siglo las grandes chacras y quintas, como también los baldíos deshabitados del lugar, comenzaron a dividirse y a poblarse. Tras las frecuentes epidemias de cólera y, sobre todo la de fiebre amarilla de 1871, las familias más ricas del sur de la ciudad se desplazaron al Norte y así fueron poblando la zona.
La consolidación definitiva del barrio fue obra del primer intendente de la ciudad, Torcuato de Alvear. A partir de entonces comenzaron a construirse opulentos palacios rodeados de jardines, copiando el modelo europeo, especialmente el francés. Los arquitectos y la mano de obra eran por lo general extranjeros y los materiales importados. Hoy el barrio se distingue por la calidad de su arquitectura, el carácter aristocrático de sus residencias y palacios, y sus espléndidas plazas. La Iglesia y el Cementerio constituyen un conjunto arquitectónico rico en historia.
Basílica Nuestra Señora del Pilar
En 1705, el capitán Pedro Bustinza pidió licencia al gobernador de Buenos Aires, Juan Alonso de Valdez, para edificar el Convento de los Recoletos de la Orden Reformada de San Francisco. Pero recién en 1716, por Real Cédula de Felipe V de España se autorizó la construcción. Como Bustinza ya había muerto, Juan de Narbona, se ofreció para construirlo como mecenas y patrocinador de la obra. Se aceptó su propuesta, así como la dedicación a la Virgen del Pilar, en recuerdo y homenaje a su ciudad natal, Zaragoza (España), donde es muy venerada esta advocación.
Comenzó a construirla el arquitecto jesuita italiano Andrés Bianchi y la terminó Juan Bautista Prímoli, inaugurándose el 12 de octubre de 1732 bajo la advocación de Nuestra Señora del Pilar. El obispo franciscano de Asunción de Paraguay consagró la iglesia el 30 de mayo de 1734.
En 1821, el gobernador Martín Rodríguez y su ministro de gobierno Bernardino Rivadavia, expulsaron a los frailes recoletos y expropiaron sus bienes. El convento quedó cerrado por años y en el solar que había sido su huerta se creó el Cementerio de la Recoleta y en el solar de otras dependencias monásticas, el Centro Cultural Recoleta. El 18 de noviembre de 1829 se erigió en parroquia y el papa Pío XI la elevó a la dignidad de basílica menor en 1936.
Fue declarada Monumento Histórico Nacional en 1942.
Cementerio de la Recoleta
Los frailes de la orden de los recoletos llegaron a la zona en la que se ubica actualmente el Cementerio de la Recoleta, entonces en las afueras de Buenos Aires, a principios del siglo XVIII. Construyeron en el lugar un convento y una iglesia, en 1732, que colocaron bajo la advocación de la Pilar. Los lugareños terminaron denominando a la iglesia de los recoletos en simplemente la Recoleta, nombre que se extendió a toda la zona. Cuando la orden fue disuelta en 1822, el 17 de noviembre de ese año, la huerta del convento fue convertida en el primer cementerio público de la Ciudad de Buenos Aires y su trazado es obra del ingeniero francés Próspero Catelin. Los responsables de su creación fueron el entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires Martín Rodríguez (sus restos descansan en el Cementerio) y su ministro de Gobierno, Bernardino Rivadavia.
Durante la década de 1870, como consecuencia de la epidemia de fiebre amarilla que asoló la ciudad, muchos porteños de clase alta abandonaron los barrios de san Telmo y Montserrat y se mudaron a la parte norte de la ciudad, a Recoleta. Al convertirse en barrio de clase alta, el cementerio se convirtió en la necrópolis preferida de las familias de mayor prestigio y poder de Buenos Aires. En el ingreso al cementerio hay tres fechas grabadas sobre el piso: 1822 (año de su creación), 1881 (fecha de su primera remodelación) y 2003 (tercera remodelación).
Es el más visitado de la ciudad, por sus numerosos e imponentes mausoleos y bóvedas, pertenecientes a muchos de los principales protagonistas de la historia argentina, como el de Eva Perón, una de las tumbas más concurridas. Asimismo, merece una visita por su valor arquitectónico, ya que es una muestra de los tiempos en que el país era una potencia económica emergente y las principales familias de la ciudad competían por construir panteones esplendorosos. Muchas de las bóvedas y mausoleos son obra de importantes arquitectos y están adornados con mármoles y esculturas; más de 90 bóvedas han sido declaradas Monumento Histórico Nacional.
Entre las personalidades enterradas en el Cementerio de la Recoleta figuran líderes políticos, presidentes de la Nación, escritores, Premios Nobel, deportistas y empresarios.